martes, 23 de marzo de 2010

23-3-2010

Día Meteorológico mundial

Se suspende por lluvia

sábado, 20 de marzo de 2010

Curioso marketing

... recordé el día en que cerró la "Academia Fracassi de música" y me hice de unas partituras y un atril. Pero eso fue hace ya tiempo y esto ocurrió hace apenas unas semanas. Allí estaba, uno como tantos pero destinado a mi, uno como muchos, incluso uno no muy distinto de otros miles: un ejemplar de Cirenaica, una novela de Ermanno Cavazzoni. En la solapa constaba la siguiente sentencia:
"Este no es un libro para quinceañeros llenos de bellas esperanzas ni para señores maduros, pensantes y equilibrados. Este es un libro para todos aquellos que son unos fracasados y lo sospechan, independiente -mente de la edad y el censo, e intuyen que si tuviesen que vivir otra vez, volverían a fracasar".

Definitivamente es un libro para gente come il faut, pensé. No sólo porque haya algo bastante digno en fracasar, que supone que uno ha intentado, ni porque su carácter cíclico ejemplifica nuestra inagotable fe. Siempre me han resultado más convincentes este tipo de estrategias, en las que uno sólo necesita sentir cierta empatía con el destinatario ideal de la cosa promovida, que aquellas en las que se supone que uno se identifica con él. Pongamos un ejemplo. Hay una serie de libros que se llaman X para Ys: Filosofía para principiantes, Marketing para administradores de consorcios, Teoría política para gente inteligente (debo confesar que esa serie de "para gente inteligente" me tienta; sus volúmenes traen dibujos, esquemas y son muy coloridos). Son todos ellos menos detestables que los de la series tóxica (Gente tóxica, relaciones tóxicas, amores tóxicos, tóxicos tóxicos, etc.), pero apuestan al siguiente razonamiento del lector cliente: Soy inteligente, soy administrador de consorcios, soy marketing, soy el camino y la puerta, estos libros son para mi. Mucho mejor es vender libros para fracasados. Nadie dirá, soy un fracasado, esto es lo mio y lo comprará esperando sosiego para su incompetencia. Quizás nadie lo compre, después de todo así debe haber llegado a la mesa de saldos en que lo encontré, pero esa es otra cuestión.

El autor además ha publicado Los escritores inútiles un verdadero manual para todo literato que empieza así:
"Quien quiera ser un escritor inutil no tiene más que ejercitarse. Se recomienda el ejerciciode los pecados, que son siete; hay que insistir en cada uno de ellos hasta que pronto se obtiene una nueva visión y uno se queda allí, mudo, blando e incapaz de todo... hay escuelas para esto."

Curioso marketing y curiosas intenciones didacticas las de Cavazzoni. Innecesario es decir que me compré el libro. Y así, por asociaciones libres, siguiendo el camino que imponían los pensamientos...

jueves, 4 de marzo de 2010

Primera metamorfosis (La metamorfosis de la tía Chola)

- Éste es el nuevo milagro de la alternativa naturista- dijo la tía Chola, se tragó un globulito e inmediatamente se convirtió en una veinteañera. Fue hasta la cocina y volvió con dos tazas de infusión y unas galletitas que parecían pequeñas láminas de aglomerado. Acerqué la nariz a una de las tazas y manó de ella un aroma que olía a calle arbolada mezclada con manzanilla.
- ¿Café no tenés?- dije, mirándola de reojo porque todavía no me había acostumbrado a su nueva imagen.
- No, el café hace mal. Probá este té que es riquísimo y además es cien por ciento natural.
Le di un mordisco desganado a una galletita y se me quedó pegada en el paladar. Mientras apuraba un sorbo del potaje para bajar el bolo de aserrín, un aroma familiar llegó en mi auxilio desde la cocina y me hizo sentir una especie de nostalgia prematura.
- Estás cocinando un bizcochuelo...- dije con la esperanza de que reemplazara los cuadraditos prensados por una porción esponjosa con sabor a cacao.
- Es para vender mañana en la feria de Plaza Francia- me interrumpió.- Con eso me voy a pagar las sesiones de vibración védica.
Omitiendo cualquier comentario al respecto, le agregué un poco de azúcar sin refinar al brebaje para hacerlo un poco más potable y lo terminé de un trago. Giré la cabeza hacia los lados sin saber qué decir y, por hacer algo, miré la hora en el reloj.
- ¿Estás apurado?
- Más o menos. En un rato me encuentro con una chica que conocí hace unos días. ¿Vos tenés algo que hacer?
- A las seis tengo el curso de aromaterapia y a la noche me pasan a buscar mis amigas para ir a un concierto tributo a los Rolling Stones.
- ¿A los Rolling Stones? ¿Pero a vos no te gustaba Pugliese?
- Está bueno, pero las clases de tango son los viernes a las ocho- dijo y rápidamente agregó:
- ¿De qué signo es?
- ¿Qué?
- La chica. ¿De qué signo es?
A esa altura ya nada podía sorprenderme, pero ni siquiera me había preguntado el nombre.
- No tengo la menor idea.
Sin café ni bizcochuelo, imposibilitado (pese a haber sido testigo de la metamorfosis) de identificar a esa joven de curvas perfectas como la tía Chola y considerando la prohibición del incesto, decidí irme de inmediato.
Gané la calle, me metí en el bar más cercano y pedí un café con leche con medialunas. Como todavía era temprano consideré seriamente cancelar la cita. No quería ni ver lo que podía haber pasado con esa chica que unos días atrás me había resultado tan atractiva.