sábado, 13 de diciembre de 2008

Sobre el polémico mapamundi de Arno Peters reloaded

Hace unos años, conversando con una persona que había virado de la izquierda al nac & pop, recibí el siguiente comentario:
"Cuando era joven me gustaban Los Beatles, pero después descubrí que eran un instrumento del imperialismo y dejé de escucharlos; aunque como músicos son muy buenos."
Lo primero que me vino a la mente es si es posible que alguien, al descubrir tardía y repentinamente que algo que lo atrapó y lo emocionó está aparentemente financiado por personas que persiguen algún oscuro interés, sienta de pronto desagrado, odio y desprecio por aquello. Al margen de que eso de "instrumentos del imperialismo" es algo un tanto más complejo y, por lo menos, discutible.
Por otro lado, si debiéramos limitarnos a escuchar música, ver cine o leer libros no sospechados de ser compuestos, escritos, producidos, editados y/o publicados por artistas y/o empresas que buscan beneficiarse económicamente e influir sobre el gusto y/o pensamiento de la gente, leer, escuchar música o ver una película nos sería una tarea casi imposible. Y, además, nuestra cultura y nuestra capacidad crítica resultarían un tanto limitadas.
Pienso que el arte nos sirve para estimular la emoción, el goce y la actividad intelectual; y esto es lo que, supongo, deberíamos tener en cuenta a la hora de elegir un libro, un disco o una película. Lo cierto es que si tuviéramos que prescindir de aquellas cosas que sospechamos son movidas o manipuladas por oscuros personajes que persiguen intereses perversos, deberíamos prescindir entonces de la energía eléctrica, los combustibles o los medicamentos, ya que la mayoría de las empresas que los producen son multinacionales, extranjeras y sólo persiguen el lucro desmedido. La verdad es que sin luz, gas, petróleo o medicamentos, por sólo nombrar unas pocas cosas, la vida se volvería un tanto complicada.
Lamentablemente, las cosas más obvias pasan de largo a los desprevenidos, que son víctima de los tontos o malintencionados. En la entrada de Martín Narvaja sobre Arno Peters y su abominable mapamundi bien se explicaba que Peters condenaba la proyección Mercator por considerarla eurocéntrica, ya que la distorsión (inevitable) de la superficie del globo al ser llevada al plano, presentaba un agrandamiento polar y daba una idea errónea del tamaño de diversos países, perjudicando la imágen del tercer mundo. Sin embargo, la proyección Mercator se impuso y se sigue utilizando. El éxito se debe, no al imperialismo, el eurocentrismo, el neoliberalismo y otros ismos, sino a que es muy útil para la navegación.:
"El éxito de la proyección de Mercator se debe a que cualquier línea recta que se trace marca el rumbo real, con lo cual se puede navegar siguiendo con la brújula el ángulo que se marca en el mapa."
Cita tomada de la Enciclopedia Libre Universal en Español, que se puede ver en su contextooriginal en el siguiente link:

http://enciclopedia.us.es/index.php/Proyecci%C3%B3n_de_Mercator

Claro, algún paranoico dirá que de detrás eso hay una maniobra del imperialismo, pero lo cierto es que el mapa funciona. No voy a detenerme en las dificultades que presenta la proyección de la superficie de una esfera sobre un plano, ni acerca de la veracidad o falsedad de una representación, cosas que fueron perfectamente desarrolladas por Narvaja en la entrada ya mencionada. Puedo agregar, sí, que los territorios más "beneficiados" (si es que una mayor superficie en el mapa constituye un beneficio en sí mismo o la posibilidad de obtenerlo a través de ella) por la proyección Mercator no son precisamente los sud-europeos o centro-europeos, sino más bien Canadá, la región de Alaska, la isla de Groenlandia, Escandinavia, Rusia y la Antártida. Si, la Antártida. Véase el siguiente mapa completo de la proyección:

http://www.mgaqua.net/AquaDoc/Projections/img/Mercator.jpg

Claro que, para evitar territorios de menor interés (la Antártida, que ocupa una gran área en la Mercator, es poco útil para los escolares) es común utilizar la versión incompleta, que algunos malintencionados difunden como la completa para dar "sustento" a sus teorías. Hela aquí:

http://www.claymoreclan-design.com/assets/images/mercator.gif

Puestas así las cosas, entonces podemos ver cómo algunos trasnochados en vez de explicar que el hambre, la exclusión y el imperialismo son consecuencia de políticas perversas, a través de documentos sólidos y argumentos lógicos, utilizan discursos absurdos y llegan a mentir, diciendo que en la mencionada proyección el hemisferio sur ocupa sólo un tercio del mapa. Véase:

http://www.imaginario.org.ar/imago/euromapa.htm

Existen numerosas razones para oponerse a la explotación del hombre por el hombre, a la miseria y a la injusticia, pero flaco favor le hacen los tontos a los vivos de siempre que aprovechan sus tonterías, errores, estrecheces y falacias para descalificarlos. Sería bueno empezar a utilizar argumentos contundentes, que sobran, para denunciar y oponerse a la injusticia y la desigualdad y dejar de ver conspiraciones donde no las hay.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Pensamientos Nocturnos*

Me desperté sobresaltado; aún estaba oscuro. Decidí levantarme, ya que parecía difícil que pudiera volver a conciliar el sueño. Fui a la cocina y, al pasar, vi que el reloj del comedor marcaba las tres. Puse a calentar agua para preparar café y encendí un cigarrillo. Cuando llegué al comedor con el café me senté a la mesa para tomarlo y esperar a que llegara el sueño. Miré el reloj nuevamente: eran las tres menos cinco.
- ¡Qué raro!- pensé- ¿No eran acaso las tres cuando me levanté?
Viéndolo más detenidamente, noté que el segundero giraba en sentido contrario.
Cambié las pilas, incluso las coloqué al revés y nada cambió. Tomé el teléfono, marqué ciento trece y la voz dijo:
- Dos horas cincuenta y cuatro minutos cero segundos- y luego: - Dos horas cincuenta y tres minutos cincuenta segundos.
Colgué.
- No puede ser - dije en voz alta.
El café ya estaba un poco frío y lo tomé de un trago. Prendí el televisor y puse el canal de noticias. La hora coincidía. Evidentemente, el tiempo corría en sentido contrario, pero no podía entender cómo ni cuándo había empezado a suceder eso. No sé por qué no se me ocurrió llamar a algún amigo para averiguar qué estaba pasando porque, si bien era muy tarde, no podía soportar la inquietud. Pensé que si sólo se trataba de un cambio en el sistema de medición del tiempo, más que causarme algunas molestias con las fechas y las horas, en nada podría influirme. Pero de pronto se me ocurrió algo atroz:
- Si el tiempo fluye en sentido contrario, entonces voy a rejuvenecer.
La idea me asustó y, en cierto modo, me entusiasmó.
Seguí pensando:
- En unos años me voy a volver más frágil y la comprensión del mundo me será aún más dificultosa; voy a perder la motricidad fina, el control de mi cuerpo y la memoria; voy a depender de otros y, finalmente, voy a volver inexorablemente a la nada.
Tomé un somnífero, volví a la cama y me dormí lleno de angustia.
Me desperté sobresaltado; aún estaba oscuro. Me levanté de un salto y miré el reloj desesperadamente: eran las cinco y el segundero funcionaba perfectamente. Tal vez había estado soñando.
- No sé si podré volver a dormir- pensé.
Fui a la cocina a preparar café y encendí un cigarrillo. Al llegar al comedor, vi que el reloj marcaba las cinco y cinco y, para no dejar lugar a dudas, verifiqué la hora en el teléfono y en la televisión. Todo era normal y me sentí, en cierto modo, aliviado.
- Voy a envejecer -pensé.
Seguí pensando:
- En unos años me voy a volver más frágil y la comprensión del mundo me será aún más dificultosa; voy a perder la motricidad fina, el control de mi cuerpo y la memoria; voy a depender de otros y, finalmente, voy a volver inexorablemente a la nada.
Tomé un somnífero, volví a la cama y me dormí lleno de angustia.

*Seleccionado para la convocatoria de cuento ROI, julio de 2015. Publicado en el libro Pulsiones I, compilado por Axel Fernández Roel. Editorial Dunken 2015. 

miércoles, 22 de octubre de 2008

Sindudamente editado

Largo letargo ha tenido en suspenso a nuestro tan nuestro Sindudamente. Fechas múltiples, viajes diversos y obligaciones no tan diversas han tenido al equipo de ausencia en ausencia.
Este tiempo muerto ha sido empleado para editar las entradas antiguas. Entradas, sí. Sindudamente es como una Enciclopedia de nuestro saber universal, o de lo universal de nuestro saber.
La edición ha estado a cargo primeramente de la notable y muy talentosa correctora Julieta Eme quien, relegando otras actividades, se ha dedicado a reducir y eliminar a las múltiples erratas, como a vulgares cacos que eran.
El equipo de Sindudamente agradece su heroica y abnegada labor. De ahora en más, prometemos escribir menos con los pieces.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Sobre Libertad y Determinismo II

Decíamos ayer que el problema entre libertad y determinismo parece ser la incompatibilidad entre la existencia de un mundo externo compuesto de eventos vinculados a través de cadenas causales y la idea de que las acciones humanas, para ser libres, deben estar al mismo tiempo inmersas y excluidas de tales cadenas. Decíamos también que la solución de Hegel tiene que ver con una renuncia al mundo externo. Argumentaremos que ella no es necesaria; hablaremos hoy del azar.
En el capítulo IV de Ciencia y Método, Poincaré se pregunta qué es el Azar e identifica tres clases de situaciones en las que lo atribuimos a un fenómeno. En primer lugar, decimos que son azarosos aquellos fenómenos sensibles a las condiciones iniciales, entre los cuales se destacan aquellos en los que encontramos sistemas físicos en estado de equilibrio inestable. En estos casos, diferencias inapreciables en las condiciones iniciales producen enormes diferencias en los estados ulteriores. Ejemplos de esto son: un péndulo invertido o el resultado de una tirada de ruleta. En segundo lugar, el azar se presenta en la denominada complejidad. Surge aquí de una sucesión de efectos imperceptibles individualmente pero numerosos. Ejemplo de dichas situaciones es el de un conjunto de partículas en un gas: una pequeña variación en la trayectoria de una partícula, modificará las de aquellas con las que choque, las cuales chocarán con otras cuyas trayectorias también serán alteradas, etc. En tercer lugar, el azar aparece como efecto de la relación accidental entre eventos que caen dentro de teorías o explicaciones independientes. Poincaré ofrece el siguiente ejemplo: “Un hombre pasa por las calles dirigiéndose a sus negocios; alguien que estuviera al tanto de los mismos, podría decir con qué motivo ha salido a tal hora, por qué ha pasado por tal calle. Sobre un techo trabaja un pizarrero, el empresario que lo dirige podrá, en cierta medida, prever qué es lo que va a hacer. Pero el hombre no piensa en el pizarrero ni el pizarrero en el hombre; parecen pertenecer a dos mundos completamente extraños el uno al otro. Sin embargo, el pizarrero deja caer una pizarra que mata al hombre. No se dudará en decir que esto es un azar”. Lo cierto es que dividimos al universo en pedazos, tratamos de hacerlo lo menos artificialmente posible pero a veces dos de esos pedazos se cruzan y lo que entonces ocurre es algo que no cabe llamar sino casualidad.
En los primeros casos, el azar es de naturaleza gnoseológica. Si pudiéramos conocer con absoluta precisión el estado inicial, en el primer caso, y la multiplicidad de las causas que intervienen, en el segundo, podríamos conocer los estados subsiguientes. El último, en cambio, es esencialmente ontológico. Establecido un conjunto de leyes determinado, siempre es posible encontrar preguntas que asocian eventos independientes y que carecen de explicación dentro del marco de aquellas leyes.
La sensibilidad a las condiciones iniciales y la complejidad son independientes. La evolución del estado de un péndulo invertido es sensible a las condiciones iniciales sin ser un fenómeno complejo, en tanto que el famoso problema de los tres cuerpos es complejo sin ser sensible a las condiciones iniciales. El último tipo de azar es compatible con ambos. Si tomamos dos péndulos, las distancias entre ambos, que en algunos casos podrían resultar constantes, no se explican sólo a partir de las leyes del péndulo. Algo análogo podría darse con dos tríos de cuerpos. Lo importante aquí no es la existencia de regularidades, sino la carencia de leyes que expliquen dichas regularidades. En todos estos casos, las casualidades carecen de explicación dentro del marco de las leyes dinámicas que rigen el devenir de los sistemas mencionados.
Las coincidencias o eventos azarosos no tienen explicación o causa porque no hay Leyes Naturales que relacionen sus componentes. En otras palabras: los fenómenos que implican azar no tienen “propiamente” una causa. En consecuencia, no pueden ser explicados.
Evidentemente, si cualquier enunciado del tipo “Todos los S son P.” o “Siempre que ocurre A ocurre B.” pudiera ser una ley con igual legitimidad, no habría casualidades ni azar más que en un sentido epistémico. El azar es tan real como las leyes a partir de las cuales se presenta. Es una consecuencia de los recortes que hacemos sobre la realidad. Si un recorte determinado fuera “el real”, el azar allí surgido sería el azar real.
El recorte que hubiera explicado un suceso azaroso es un recorte artificial carente de poder explicativo. Aristóteles observó que leyes arbitrariamente elegidas explicarían cualquier casualidad, que sería posible explicar cualquier casualidad dada con el recurso de leyes arbitrarias. Pero esas leyes arbitrarias no serían naturales, ni harían referencia a la naturaleza real de las cosas, por tanto, no podrían realmente explicar.
Con esto en mente elaboró la idea de “como si teleología” o “cuasi-teleología” en términos de cuasi-explicación o cuasi-causalidad. Donde hay azar no hay una causalidad o una explicación reales, pero podemos imaginarlas donde no las hubo; podría haberlas habido, pero no.
“Por ejemplo, alguien habría podido ir al ágora para cobrar su dinero, si hubiese sabido el momento en que su deudor obtendría un pago; sin embargo no fue con ese propósito sino que se dio el caso de que fuera y de que obtuviera su dinero. Y esto ha ocurrido no porque fuera con mucha frecuencia al ágora ni por necesidad sino que el fin, es decir, el cobro del dinero no estaba entre sus causas sino entre lo que es objeto de elección y se da por un propósito; y, en tal caso, se dice que fue al ágora por azar. Pero si hubiese venido premeditadamente y con ese propósito –ya sea que siempre frecuentase el lugar o sólo lo hiciera en la mayor parte de los casos- no lohabría venido por azar” (Física II 5, 196b 30-197a 5).
Podría haber habido una regularidad que asociase la presencia del cobrador con el ágora y en tal caso no hubiera cobrado por azar. Pero no la hay; el cobrador no frecuenta el ágora siempre ni en la mayor parte de los casos. Por otra parte, las casualidades vistas en retrospectiva son necesarias. Los eventos azarosos ocurridos en el pasado son tan necesarios como cualquier otro evento ya ocurrido, pero su necesidad es condicional. Son necesarios dado que ya han ocurrido y nada podemos hacer para evitarlos. En otro sentido, los sucesos casuales pueden ser necesarios dados sus antecedentes inmediatos: dado que al trabajador en el techo se le ha caído una pizarra en el instante tal y que el hombre que iba a sus negocios ha pasado por el lugar cual en tal instante, es necesario que la pizarra lo impacte. Nuevamente aquí, se trata de una necesidad condicional, esta vez hacia adelante.
En el ejemplo que acabo de presentar, las cadenas de sucesos que se cruzaban en el accidente eran ambas “no necesarias”, es decir, perfectamente podría alguno de los hombres haber actuado diferente un poco antes de que las cosas fueran definitivas. Podemos pensar en un suceso azaroso en el cual las cadenas de acontecimientos que se entrecruzan son de tipo necesario. Basta imaginar dos explicaciones, ambas describiendo realidades o mundos deterministas pero completamente independientes. Una de ellas determina el suceso S y la otra el S'. La conjunción de los sucesos produce el evento S•S’ y ambos tienen como consecuencia un tercer suceso. Este último, lo mismo que S•S’, no es explicado por ninguna de las dos teorías. Es una casualidad. Si ambas teorías fueran verdaderas y no hubiera ninguna otra teoría verdadera que las incluyese a ambas, ninguna regularidad natural habría participado en la ocurrencia de estos eventos, que serían necesarios de antemano sin tener explicación ni causa, sin estar determinados.
El tipo de determinismo que requieren las acciones humanas para tener sentido es un determinismo dependiente de ciertas regularidades. El tipo de indeterminación necesario no va más allá de lo que el azar puede ofrecer. La mayor parte, sino todas las elecciones humanas, caen dentro de situaciones azarosas a la luz de las leyes deterministas que aceptamos. En consecuencia, ninguna necesidad se aplica a ellas. El costo apagar es la aceptación de que casi toda la historia humana está compuesta de eventos que desde la perspectiva de la física no son sino casualidades. Creo que el precio resulta por demás justo.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Sobre Libertad y Determinismo

Al igual que ocurre con algunos de los más celebres problemas matemáticos, el de la incompatibilidad entre libertad y determinismo tiene un aspecto bastante inocente. Fermat o Hilbert podrían agregar que en ello justamente reside su mayor encanto. Si efectivamente cada hecho es la consecuencia necesaria de hechos anteriores, todos los sucesos futuros están ya determinados. Siendo así, nuestra libertad no sería más que apariencia. Aunque ponderamos alternativas y evaluamos planes de acción, nada de eso es relevante; aunque creemos elegir, esa elección no es real o, lo que es peor, no es nuestra.
Dónde se encuentra el principio (Dios mueve al jugador, y éste, la pieza...) y cómo se vincula la libertad con la responsabilidad son cuestiones laterales de las que no me ocuparé hoy. La literatura sobre estos temas es abundante.
Ahora bien, querido lector ¿qué pretendo con todo esto? En cualquier caso y después de todo, los resultados de estas meditaciones poco y nada pueden afectar nuestra visión sobre la moral en general o sobre lo correcto y lo incorrecto. Como observa Pascal, instinto y razón son marcas de naturalezas distintas y poco puede afectar el tono amanerado y melindroso de la última a la vehemencia prepotente del primero. No cabe pues esperar otra cosa que una muestra de juego filosófico incapaz de producir convicción alguna.
La incompatibilidad entre determinismo y libertad que, como se ha dicho ya, parece bastante obvia, ha sido objetada desde diversas perspectivas. En primer lugar, como señala Voltaire, parece surgir de un malentendido: decimos que es libre aquel que puede realizar las acciones que desea, quien no encuentra impedimentos externos, para ello no es necesario poder elegir también lo que se ha de desear. Es decir, libre es quien puede hacer lo que quiere, aun si no ha elegido qué querer. En segundo lugar, para que la libertad tenga algún sentido parece ser necesario cierto determinismo: si no existiera algún vínculo causal entre elegir hacer algo, la acción y su resultado, la libertad no tendría sentido. Si cualquier cosa que uno hiciese fuera tanto la probable causa de que algo ocurriera como de que no, no tendría mucho sentido decir que uno es libre de elegir nada en particular.
Estas dos cuestiones nos llevan a Kant y a la idea de que la libertad humana estaría vinculada a la posibilidad de iniciar cadenas causales. La acción humana sería una acción libre, no determinada por causas previas, seguida de consecuencias determinadas. A la forma inconsistente y, por sobre todo, aburrida en que esta idea fue defendida dedicaremos nuestro silencio. Un pensamiento de Hegel, en cambio, merece mayor atención.
En los Principios de Filosofía del Derecho, Hegel comprende perfectamente el eje de la incompatibilidad, el corazón en el pulso de la cuestión. En la medida en que nuestros deseos son deseos de algo externo, de algo que no tenemos ya, su satisfacción es contingente. Depende pues del mundo externo. Admitiendo que esto es así, no somos libres. Es el mundo externo el que determina el éxito o fracaso de nuestras acciones y, en tanto son externas, nuestras acciones mismas.
La conclusión que cualquier mortal esperaría obtener del mencionado razonamiento es que, definitivamente, no somos libres. En tanto hay un mundo externo, y no sólo ya en tanto que es determinista, no hay Libertad real. Somos como el río, libre sólo de recorrer en sus márgenes (sí , también somos como el río en otros sentidos). La solución de Hegel es la contraria (Salud oh modus tollens): para afirmar la libertad niega el mundo externo. Mejor dicho, el carácter externo del mundo. La verdadera libertad se alcanza y realiza al comprender que lo que realmente deseamos es eso que hemos puesto allí como deseado y que por ello, como consecuencia de ello, es siempre alcanzabe.
La solución hegeliana me parece inapelable. Quisera, no obstante, sí, me atreveré a ser tan ingrato, proponer otra solución. La misma me parece requerir una renuncia mucho menor a esta idea tan linda y tan argentina de que hay un mundo ahí afuera, lleno de pampa y vaquitas. Esta idea tiene que ver con incluir al azar y considerar un poco más minuciosamente la naturaleza de las leyes naturales.
En la próxima entrega, mi solución al enigma.

viernes, 22 de agosto de 2008

Virtudes filosóficas

Hace algunos años, solía iniciar mis cursos de filosofía política leyendo un pasaje de John Stuart Mill. En su acápite a On Liberty escribía: "A la querida y llorada historia de la que fue inspiradora, y en parte autora, de lo mejor que hay en mis obras: a la memoria de la amiga y de la esposa, cuyo exaltado sentido de lo verdadero y de lo justo fue mi estímulo más vivo, y cuya aprobación fue mi principal recompensa, dedico este volumen. Como todo lo que he escrito desde hace muchos años, es tanto suyo como mío; pero la obra, tal cual está, no tiene sino, en un grado muy insuficiente, la inestimable ventaja de haber sido revisada por ella; algunas de sus partes más importantes se reservaron para un segundo y más cuidadoso examen, que ya nunca han de recibir. Si yo fuera capaz de interpretar para el mundo la mitad de los grandes pensamientos y nobles sentimientos enterrados con ella, le prestaría un beneficio más grande que el que verosímilmente pueda derivarse de todo cuanto yo pueda escribir sin la inspiración y la asistencia de su sin rival discresión".
El ensayo que le sigue tiene numerosas desprolijidades, argumentos no del todo sólidos, algunas tesis controversiales e incluso contradictorias. Sin embargo, después de esa introducción, uno ya sabe que cualquiera de los errores es menor, que encontrar cualquier defecto producirá molestia e incomodidad. Después de esa introducción uno quiere que él tenga razón, uno sabe que el texto está escrito por un buen hombre. Basta ese pasaje inicial para justificarlo.
En una de sus cartas a Rousseau, fechada el 12 de septiembre de 1756, Voltaire se excusa por no poder responder a cierta discusión propuesta por el autor del Contrato. Cuenta que está enfermo, al cuidado de sus nietos y que eso no le deja demasiado tiempo para las diversiones filosóficas. Escribe: "... de todos los que lo ha leído, nadie lo estima más que yo, al margen de mis maliciosas humoradas; y que de todos los que lo verán [Rousseau planificaba por entonces regresar a Francia] nadie está más dispuesto a quererlo tiernamente. Je commence par supprimer toute cérémonie". Más allá de sus maliciosas humoradas, el viejo y enfermo Voltaire escribe a su viejo rival, también enfermo. Y no le expresa más que amistad: Empiezo suprimiendo toda ceremonia.
Hay cierta sensibilidad, estética o moral da igual, que se manifiesta en la emoción ante regalos muy humildes o en la sensación ante un muerto querido de haber podido ser más buenos con él y no haberlo sido. Hay alguna fibra capaz de comprender el error bien intencionado. Alguna dignidad en hacer el mejor intento, fracasado o no.
En Filosofía, donde las soluciones saben ser varias, y muchas las alternativas para expresarlas, el error es casi inevitable, si es que tiene sentido hablar de errores o de verdad y falsedad en este ámbito. La cuestión es cuál es el contexto de ese error.
Estoy persuadido de que un buen hombre se equivoca mejor que uno malo, de que aquella sensibilidad basta para ser bueno y de que el éxito del insensible es vulgar (estética o moralmente, da igual). Un mal hombre no puede hacer buena filosofía, como no puede hacer nada demasiado bien, porque nada bueno es vulgar. Palabras más, palabras menos.

domingo, 10 de agosto de 2008

Mi triste decadencia intelectual [Pesadilla]

No puedo dormir. Acá, en este mundo, no se duerme. O sí, pero no yo. Yo no.
Llevo horas en silencio. Tengo miedo de no poder hablar. Y aunque sé que el sonido de mi voz tendría un seguro efecto tranquilizador, sé también que fracasar en una empresa tan fácil, lo que por otra parte podría ocurrir por motivos diversos, sería una evidencia insoportable de irrealidad. Abrir los ojos después de parpadear también me asusta. Y aunque no llega a alegrarme, es un alivio encontrar las cosas otra vez en sus lugares aparentes. Pestañeo con cautela. Si dejara de respirar o de pensar por un instante, tendría miedo del tiempo.
Todos, como yo mismo, hemos sabido despertar acariciando una figura que no está. Cuando tenía cuatro años, y hacen ya más de veinte años de eso, soñé un torso de mujer que bailaba a los pies de mi cama. A los siete, edad en la que uno ya no confunde ficción con realidad, o al menos en que nunca todavía ha empezado a confundirlas, busqué afiebrado y por días un disfraz de perro que no tenía ni tuve. Todos, especialmente yo, hemos pensado en lo terrible de estas pérdidas: mundos enteros perdidos a causa de despertar. Y aunque es terrible, sí, no es nada en comparación con ser parte del mundo perdido.
Nunca antes reparé en qué habrá pensado aquella media mujer cuya incompleta anatomía no supo satisfacer mi masculinidad infantil; en qué ropero enfrentó el disfraz las fatales polillas. Ahora sé muy bien qué pienso, ahora, que sé muy bien que pienso, que no puedo dormir y me sé sueño.
Ahí estuve con ella y fui real. Real como todo lo soñado es real cuando se sueña. Mientras sueña quien sueña. Ahora apenas si subsisto, insomne.
Ahora que es muy tarde para su noche estará, fatalmente, como las polillas, con otro. No conmigo en ningún ropero, con alguien de su realidad. Despierta todavía, despertando. Y aunque, en el mejor de los casos y dudo mucho que eso ocurra, me sienta perdido en veinte años, como yo a mi disfraz de perro y a aquella media mujer que no era del todo a los pies de mi cama (ésta última sí real) aunque me sienta así, ella es y yo insomne.
Todo intento es inútil, no puedo intervenir, mi continuidad es azarosa. A lo sumo participo de su vigilia como un recuerdo, como una manifestación involuntaria. Quizá sean eso algunos fallidos, no algo desocultado sino una voluntad ajena. Propia desde mi lugar, mía en este caso. Mais, que sais je? Siendo, como soy, el sueño, mis intervalos no tienen para ella continuidad, mi tiempo no es el suyo.
Pascal pensó que un rey que soñara doce horas al día que era campesino y un campesino que se soñara rey doce horas cada día serían igualmente felices. Puede ser. Pero qué de las vidas de los campesinos irreales del rey y de la corte imaginaria del campesino. Quién piensa en ellos cuando dejan de soñarlos. En qué quedan sus existencias subsidiarias. ¿Son, como yo, sueños conscientes de su carácter ilusorio? Campesinos y nobles de mala gana, alfiles resignados como Héctor a un juego angustioso y ajeno. ¿Saben de mí como yo de ellos? Y ella, ¿sabe de ellos? O lo que es más importante ¿sabe de mí?
Antes, durante su sueño, pensaba que soñábamos juntos. Y creyendo en cierta simetría nos amamos tiernamente. Ahora yo ya sé qué pasa: estoy fuera de mí Mi continuidad en mi es falsa, en ella, no es.
Borges dijo una y mil veces que la realidad es un sueño colectivo más o menos difundido. Pero qué cuando eso no pasa. Qué cuando esto pasa. ¿Hay dos irrealidades, la suya y la mía? A priori tal vez, en los hechos no. El irreal aquí soy yo. Por eso no puedo dormir. Probablemente no esté definido qué sueñan los sueños cuando no son soñados.
Releo y comprendo que todo esto es un sin sentido, quizás no se pueden hilar pensamientos u ordenar causalmente sucesos en los sueños. Puede soñarse no obstante que se los hila y ordena. ¿Tu también Hobbes?
En momentos así, uno sabe que necesita un viaje. Como Dante y como Ulises. El viaje adecuado lleva de un punto a otro sin pasar por donde no se puede. Un viaje a los muertos sin morir ni dormir, quizás soñar, nada más; maldito soliloquio. -Príncipe fui, sí que lo fui, no soñé. Príncipe fui, tuve un hogar y un amor-canturrearía el príncipe homeless. ¿Podría el campesino que soñaba medio día (todo-por-mitades-hoy-se-ve) encontrar viajando a su corte y ser rey como Sancho en barataria? Mi burro por un globo aerostático.
Sólo los Ángeles tienen la respuesta. Me duele esa mujer en todo el cuerpo.

domingo, 3 de agosto de 2008

Ficciones de argumentación

Observa Teofrasto que la locuacidad no es sino una incontinencia de la palabra. La charlatanería, se esfuerzan por distinguir los filólogos, sería la locuacidad sin propósito. El locuaz, siempre replica, no importa el tema; el charlatán, siempre, afirma. La argumentación requiere así de la presencia, física o simbólica, de ambos: el incontinente y el inoportuno objetor.
Que la filosofía es un género literario dentro de la ficción, aunque muchas veces constituya una ficción muy mala, me parece una tesis irrebatible. De ese género son maestros Voltaire y Chesterton: The man who was Thursday (A nightmare) es una defensa de la superioridad estética y revolucionaria del orden, del milagro del lugar común; Candide ou l’ optimisme no es sino una gran reducción al absurdo de los principios de la filosofía de Leibniz y Spinoza. Ambos maestros son escritores locuaces.
A veces, la filosofía es, no menos, una ficción de argumentación; así, en el ser y la nada, Sartre afirma la inmanencia de la nada en el ser a partir de cosas como “Pedro no-está” o “no-hay diez francos en mi billetera” como si el uso de cursivas y guiones (también abuso de su análogo-alemán-Heidegger) tuviera alguna clase de virtud estética o vínculo con la verdad. “Si hay que saber bailar con los pies, con los conceptos, con las palabras; ¿es necesario agregar que hay que saber bailar también con la pluma, que hay que aprender a escribir?” comenta Nietzsche, quien tiene toda la razón y actúa en consecuencia. Decir mal es no decir (Oh Sofista 259d-268-d!). La verdad no puede ser enunciada en una mala frase. Y si así no fuera, peor para ella. Afortunadamente, aunque no es posible saber qué es verdad, sí podemos saber cómo no enunciarla.
Lo importante es escribir bien, como Russell, como Hume, como Bergson, Platón, Descartes, Machado, etcétera… Y en consonancia con lo dicho quisiera proponer un nada nuevo criterio de corrección argumental: ningún buen argumento es una mala ficción, ninguna buena ficción es un mal argumento. De este modo, Walzer y Rawls son peores que Philip Dick y John Stuart Mill, y Huxley y Borges mejores que Kant. Y si así no fuera, peor para ellos.

miércoles, 25 de junio de 2008

Sobre el polémico mapamundi de Arno Peters

El volumen primero del cuarto número de la Scottish Geographical Magazine incluye un artículo titulado "Use of cylindrical projections for geographical, astronomical, and scientific purposes". Publicado en el año 1885, los editores de la revista le concedieron apenas cinco páginas. Allí, James Gall presentaba una proyección cartográfica a la que por ese entonces no se le daría demasiada importancia.
Casi un siglo después, en el año 1974, en una conferencia dictada en Alemania, Arno Peters presentaba el mapamundi que lo haría célebre utilizando una proyección similar a la de Gall aunque desarrollada, al decir de Peters aunque no de otros cartógrafos, en forma independiente. La historia de las ideas abunda en esta clase de "redescubrimientos".
El mapa de Peters, presentado en su libro de 1983 The New Cartography, generó una polémica que llega hasta nuestros días y ha trascendido ampliamente el cerrado círculo de los cartógrafos. Su responsable afirmaba que la imagen del mundo más difundida, asociada a la proyección de Mercator no es más que una tendenciosa distorsión de la realidad.
Las tesis sostenidas por Arno Peters eran esencialmente dos, de naturaleza filosófica, la una, de índole política o ideológica, la otra. La primera planteaba la idea de que el mapamundi de Mercator constituía una representación falsa de nuestro planeta. La segunda, que la aceptación, difusión y establecimiento de tal falsedad obedecía a motivos ideológicos: una concepción eurocentrista del mundo. A ambas subyacía un supuesto que la polémica pasó por alto casi por completo: la idea de que una representación puede ser verdadera.
Desde el punto de vista estrictamente geométrico la cuestión es sencilla: proyectar la superficie de una esfera sobre un plano sólo es posible a costa de alguna deformación. Es decir, no existe una representación geométricamente verdadera ni, en consecuencia, representaciones falsas sólo aceptables por motivos espurios.
Pero vayamos más allá. En The Principles of Human Knowledge, Berkeley afirmó “But, say you, though the ideas themselves do not exist without the mind, yet there may be things like them, whereof they are copies or resemblances, which things exist without the mind in an unthinking substance. I answer, an idea can be like nothing but an idea; a colour or figure can be like nothing but another colour or figure.” Esto es: "Pero, dirá usted, aunque las ideas mismas no puedan existir sin la mente, aún puede haber cosas como ellas, de las cuales serían copias o símiles, cosas existentes sin la mente en una substancia carente de pensamiento. Yo respondo: una idea no puede semejarse a nada sino a una idea; un color o una figura no pueden ser sino como otros colores y figuras." El argumento es irreplicable, no tiene sentido hablar de representación y de verdadero en la misma sentencia.
La idea de que una representación puede ser verdadera es meramente cuestión de ingenuidad. Ahora bien, la de que una representación puede ser falsa y que su aceptación depende de un oscuro complot del Occidente blanco y eurocentrista (que pretende hacer creer a los niños del continente negro que son inferiores a los de Groenlandia o que no son superiores porque en el mapamundi de Mercator África y la Isla del paralelo 67 tienen dimensiones similares), repito, creer que una representación puede ser falsa y aceptada con fines macabros, es una perogruyada que sólo cabe en la cabeza de un alemán. Desafortunademente, no sólo allí tiene lugar.

PS: He observado que Galeano en uno de sus plomíferos vericuetos de adoctrinamiento latinoamericano, entre los que se cuentan el cálculo de cuántas bicicletas se comprarían con el dinero que sale una cupé chevy 74 color verde metalizado, cuántos niños africanos comerían con lo que factura anualmente la fábrica de chicles Adams y cosas por el estilo, adhiere a las ideas de Peters. Caiga también sobre él la ignominia prusiana.

lunes, 28 de abril de 2008

Von Neumann, filósofo de la Biología

DER TEIL UND DAS GANZE. Gespräche im Umkreis der Atomphysik, traducido por los editores de Harper & Row como PHYSICS AND BEYOND. Encounters and conversations, y al español, con censura eclesiástica, por W. Strobl y L. Pelayo como DIÁLOGOS SOBRE LA FÍSICA ATÓMICA, reúne un conjunto de relatos, anéctdotas y, mayormente, diálogos conformando una especie de autobiografía intelectual de Werner Heisenberg. El volumen de la B.A.C. consta de 317 páginas y veinte capítulos. Todos y cada uno de ellos cuentan al menos con una ocasión para la envidia; Heisenberg decide estudiar física y su padre lo acomoda en el seminario de Sommerfeld, da una conferencia y entre el público aparece Einstein para invitarlo a cenar, escucha otra, hace una pregunta y Niels Bohr lo invita a Copenhague, se queda dormido, aparece una joven teutona y lo despierta para ofrecerle ciruelas, etcétera. Por otra parte, el texto está fantásticamente escrito, poblado de reflexiones filosóficas interesantes y de anécdotas suculentas de los más célebres físicos y matemáticos de la primera mitad del siglo XX. En esta oportunidad quisiera referir dos de ellas.
Paul Dirac, premio Nobel de física, se reúne con Heisenberg, que viene de ser despertado por la áspera lengua de un oso, en el parque Yellowstone. La finalidad del encuentro es una excursión a los géiseres de la zona. "De acuerdo con su meticulosidad característica, Paul había ya preparado, cuando nos encontramos, un plano exacto de todos los géiseres que nos interesaban, en el cual no solamente estaba consignado el tiempo de erupción de cada uno de estos surtidores naturales, sino que además, estaba dibujada la ruta, conforme a la cual, yendo de un géiser a otro, llegaríamos siempre a tiempo de presenciar el comienzo de la actividad de cada uno...".
Páginas más tarde refiere una conversación entre Von Neumann y un biólogo, confeso seguidor del darwinismo. El biólogo había acabado de explicar sus ideas acerca del papel del azar, la selección natural y el tiempo en el proceso evolutivo de las especies. El matemático lleva al naturalista a la ventana de su estudio y le dice: " ¿Ve usted allá arriba, sobre la colina, aquel hermoso caserío blanco? Ha surgido del azar. A lo largo de millones de años se ha ido formando la colina, a través de procesos geológicos; crecieron árboles, se pudrieron, cayeron y volvieron a erguirse; más tarde, el viento cubrió fortuitamente la cima de la colina con arena; probablemente un proceso volcánico lanzó piedras sobre el pasaje y, por casualidad, también quedaron éstas ordenadas por estratos. Y así siguió adelante el proceso. Evidentemente, en el curso de la historia de la tierra se han ido originando cosas merced a estos desordenados procesos fortuitos. Pero he aquí una vez, después de mucho, muchísimo tiempo, surgió también el caserío, a continuación entraron los hombres en él, y ahora son ellos sus habitantes". Por supuesto, agrega Heisenberg, el biólogo no quedó satisfecho. Por supuesto, agregamos nosotros, eso no tiene la menor importancia.

sábado, 19 de abril de 2008

Reflexión

Libros,
Mucho polvo,
Perdido en vana lucha,
Contra mi mismo.

miércoles, 9 de abril de 2008

Traductio ad Absurdum

El número del 22 de marzo pasado de la revista Ñ incluye un artículo llamado "El Borges de dos mundos". No sin perplejidad noté la similitud entre el episodio allí reseñado, una mala retraducción del poema de los dones, y algunas de las ideas consagradas por la Po.da acerca de las cuales me he referido hace ya algún tiempo.
Veamos la degeneración de los primeros versos del "Poema de los dones":
A
Nadie rebaje a lágrima o reproche
Esta declaración de la maestría
De Dios, que con magnífica ironía
Me dio a la vez los libros y la noche.
B
Nadie debería leer autocompasión o reproche
En esta declaración de la autoridad
De Dios que con tanta espléndida ironía
Me concedió libros y ceguera con un único toque.


Vano sería pretender excusar la ignorancia de los editores del diario El País. Sin embargo, algo puede decirse acerca de la banalidad de la denuncia. En "Las versiones homéricas", ensayo aparecido originalmente en 1932 y, junto a otros, en el volumen Discusión, Borges apunta: "La superstición de la inferioridad de las traducciones -amonedada en el consabido adagio italiano- procede de una distraída experiencia. No hay un buen texto que no parezca invariable y definitivo si lo practicamos un número suficiente de veces". En este sentido, las ideas de Borges acerca de la traducción (en otra parte defendería la superioridad de algunas traducciones por sobre el original) se acercan bastante a las que sostuviera Arlt en el célebre prólogo a Los Lanzallamas; aquel de la prepotencia de trabajo y el cross a la mandíbula literaria. ¿A qué tanto escándalo por una mala traducción si no se trata más que de una creación novedosa e igualmente legítima (aunque en nuestro caso se trate de una versión detestable: con un único toque)?
Que estemos en condiciones de indignarnos por dos versiones castellanas distintas de los versos citados es un azar y un capricho. En el mismo ensayo, JLB afirmó, luego de citar el primer párrafo del Quijjote, que no podría sino repudiar cualquier divergencia. "El Quijote, debido a mi ejercicio congénito del español, es un monumento uniforme, sin otras variaciones que las deparadas por el editor, el encuadernador y el cajista; la Odisea, gracias a mi oportuno desconocimiento del griego, es una librería internacional de obras en prosa y verso...".
Toda lectura de la mala traducción como producto de la globalización o de cualquier otro fenómeno contemporáneo es bizantina o escolástica. El concepto de "texto definitivo" no corresponde sino a la religión o al cansancio. En otro ensayo, que probablemente se encuentre aún en Otras inquisiciones, Borges defendió la doctrina de que un clásico es un texto que una o varias naciones han decidido leer como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal y profundo como el cosmos. Si, a través de las naciones o generaciones, el sentido de sus palabras es variable (como se sugiere en Pierre Menard) o se impone una traducción (como en el caso de la Odisea) el carácter clásico supone una paradoja: ser una clásico es imposible, a no ser en un lugar en un instante. Ningún texto se baña dos veces en el mismo río.
La indignación doble página de Andrés Neuman por la retraducción es un signo inequívoco del lugar de la obra borgeana. Quizás la respuesta a la paradoja se encuentre en el idealismo y la concepción del tiempo que Borges le adjudica; en las páginas de Shopenhauer, Hume o Berkeley, en "Nueva refutación del tiempo" o "Avatares de la tortuga". Si así fuera, ese instante en el que un texto es clásico sería todos los instantes y todo el tiempo. Del mismo modo, la universalidad no es otra cosa que una forma, virtuosa, de anonimato.

viernes, 14 de marzo de 2008

Las primeras visiones del mundo, cosmologías y cosmogonías. Cosmología y lugar geográfico.

Dios creó la tierra, pero la tierra no tenía sostén y así bajo la tierra creó un ángel. Pero el ángel no tenía sostén y así bajo los pies del ángel creó un peñasco hecho de rubí. Pero el peñasco no tenía sostén y así bajo el peñasco creó un toro con cuatro mil ojos, orejas, narices, bocas, lenguas y pies. Pero el toro no tenía sostén y así bajo el toro creó un pez llamado Bahamut, y bajo el pez puso agua, y bajo el agua puso oscuridad, y la ciencia humana no ve más allá de ese punto. Citado por J L Borges y M Guerrero en El libro de los seres imaginarios.


Un epígrafe es, inevitablemente, un pasaje de significación sugerente, de no más de dos líneas y al que no se hace mención explícita en el cuerpo del texto. Exceptuando lo primero, es manifiesto que no es tal aquí el caso. Este párrafo, no es un epígrafe, ni el epígrafe un párrafo, ni una pipa, ni una granada, ni algodones. Mucho menos una jirafa, un heliogábalo, o un hipogrifo; animal mítico que, según el diccionario, se compone de dos mitades, ambas de animales míticos compuestos de mitades de animales reales.
He elegido ser breve, la única dignidad, amén del uso de pantalones en lugares públicos, de quien sabe efímera su obra. Podemos observar en el texto anterior el modo, casi natural, en que la descripción o discurso sobre el cosmos se entrelaza con la cosmogonía, es decir, aquel sobre su origen, y, así, con los límites de la ciencia o el conocimiento humanos.
Desde hace miles de años, lo que para nosotros es la eternidad, somos inquilinos permanentes de la Tierra. Hemos, bajo los actuales u otros arbitrarios nombres, observado a los astros con cierta deferencia. Cielo y tierra han sido ámbitos separados y diferentes. Desde entonces, se han postulado interrogantes de carácter diverso, no obstante íntimamente relacionados: dónde habitamos, de dónde provenimos, qué leyes rigen, si es que alguna, los días, las noches y a nosotros mismos.
Respecto de estos interrogantes se han ensayado respuestas, y acerca del origen de ellas se han sostenido al menos dos posturas opuestas. La primera lo encuentra en un conjunto de necesidades, la segunda en un estado en el cual éstas ya han sido satisfechas. Se habría mirado hacia el cielo en busca de regularidades que fuesen de utilidad para la solución de un conjunto de problemas, o bien, una vez solucionados y ya con una motivación distinta. Pueden hallarse aparentes ejemplos de ambas cosas. Lo cierto es que no sabemos qué es lo que realmente ha ocurrido, ni tampoco es probable que lleguemos a saberlo algún día, por lo que la cuestión se torna ociosa y carente de interés; nada puede conocerse de lo que no hay.
El título del tema que debo desarrollar sugiere algún tipo de relación entre las cosmologías y los lugares geográficos. Intentaré de aquí en más elucidar este punto. En adelante, pasaré por alto los ejemplos, más allá de su ocasional mención. En primer lugar, la geografía (léase: las condiciones geográficas) no es suficiente para determinar una cosmología o cosmogonía en particular, para ello me baso en el hecho de la coexistencia en un mismo ámbito geográfico de cosmologías diferentes e incompatibles (los casos griego y egipcio son prueba suficiente). En segundo lugar, la geografía tampoco es necesaria, resultando en cambio muchas veces onerosa; qué cosa más arbitraria que la altura del Monte Egmont, el eco hábitat del tigre o esa escolástica distinción entre "tiempo" y "clima". Prueba de ello es el hecho de la existencia de una misma cosmología en lugares geográficos diversos.
Podría, sin embargo, pensarse la relación no entre los factores geográficos y las cosmologías, sino entre las disciplinas que de ellos se ocupan. En tal sentido, habría una relación entre geografía y cosmología en tanto estas disciplinas tuviesen presupuestos o metodologías relacionados.
Lo que se acaba de decir se puede interpretar de un modo fuerte. En ese caso, se afirmaría que, determinado un contexto, el estudio de las regularidades terrestres y las celestes debe, siempre, partir de supuestos comunes y operar con método análogo. Esta tesis es evidentemente falsa (ejemplo de ello es la concepción aristotélica o las contemporáneas de la astrofísica y la geografía social). La tesis débil sostendría que hay cierta inclinación o tendencia hacia la unificación o a la común inspiración (ceteris paribus, al ejemplo anterior). Entre ambas, en tal caso, lo sostenido es más plausible pero, además de probablemente falso, inocuo.
Hubiese querido también tratar la relación entre la explicación cosmogónica o mítica y la empírica o científica, las múltiples intersecciones y determinaciones entre ambas, pero ello excede con mucho este punto acerca del cual creo haber dicho suficiente. Id Est, y a modo de conclusión, la cosmología y el lugar geográfico no tienen ninguna relación significativa.

viernes, 22 de febrero de 2008

DE LAS ANTI.PO.DAS

La polémica, sino nula repercusión de la última columna publicada por M.N. en este sitio ha dado ocasión al autor para continuar con la exposición de los más recientes movimientos vanguardistas de Bs. As.
La reacción más o menos inmediata de la Po.da, luego de la publicación de su brevísimo manifiesto, no se hizo esperar. Dado que la poesía apocopada había surgido en los barrios Altos (Belgrano, Palermo y las zonas que caen dentro de la topografía cultural de Barrio Norte), aunque la figura principal de la Po.da, mi amigo M.C.G., no vive en los barrios del norte, la reacción vino del sur.
El movimiento que acunara las Antí.po.das se oponía fundamentalmente a la estética efímera y breve de la Po.da; cultivaba, en cambio, la extensión. Propugnaba así por un retorno a la naturalidad, la sencillez y el candor criollos.
La metodología de los cultores de la antí.po.da, en muchos casos, se reduce al vano ejercicio, doblemente, funcionalmente vano, de la restitución de los vesos originales en remplazo de los apocopados. La principal virtud de esta restitución es la difusión y renovada vitalidad de los versos originales; Pierre Menard sería para estos autores, un adelantado.
En otros casos, no deja de tener algún ingenio. Los más audaces han comenzado, notable y desafortunadamente, el ensanchamiento de muchos haikus.

El conocido y oscuro Haiku de Basho
"La rama seca
Un cuervo
Otoño-Anochecer"
Se ha transformado en el dudosamente profundo
"La rama seca del árbol
Que el cuervo habita con pecho oscuro
Entiende por qué en Otoño
Demora el anochecer
Y sabe ser,
Fatal."
El de Matsunaga Teitoku
"Año del Tigre
niebla de primavera
también rayada."
Se extiende inconcebiblemente en una elegía extensísima y muy especulativa. Algunos de sus versos más representativos son éstos:
"Sea, pongamos por caso, el año dos mil dos
Sea Londres, New york o cualquier ciudad portuaria
Y ya por el tiempo, la pudredumbre o el smog
Se dificulte que alguna flor innecesaria (o no)
Florezca de forma temeraria (o quizás no)
Las minas están todas locas (probablemente)."
Innecesario es proseguir. Los versos siguientes rondan ante la significación felina hasta aquí omitida.

sábado, 16 de febrero de 2008

DE LA POESÍA APOCOPADA

La Poesía Apocopada (Po.da) es una poesía de segundo orden, una meta-poesía. Esto no significa sino que una po.da no es más que un recorte, una selección, una poesía de la poesía que dice lo que esa decía, pero también dice de su decir. Si nunca hubiera habido poesía, la po.da no tendría sentido alguno, no hablaría de nada.
Así pues, la Poesía Apocopada es un nuevo género, que depende para su significación de géneros anteriores, ella contiene en sí todo lo que apocopa. Sus orígenes radican en el movimiento vanguardista de principios de siglo XX y tiene como referencia innegable la labor alejandrina del período Helénico tardío. Cabe mencionar, aunque es innecesario, la obvia influencia de la poesía japonesa.
Un ejemplo ya clásico de este género, en nuestra lengua vernácula, es la Poda sobre el poema de los dones de J. L. B. El resultado es el siguiente:
Poema de los dones
Nadie rebaje a reproche
La maestría de Dios
Que me dio la noche.

viernes, 8 de febrero de 2008

COSMOLOGÍA CRIOLLA

En la primavera de 1931, un grupo de académicos argentinos de la Universidad de La Plata encabezados por el Doctor Teodosio Léger Peña se entregó apasionadamente al estudio de las fuerzas fundamentales que rigen el universo. Semejante empresa obedecía a una doble motivación. En primer lugar, restablecer los valores originarios de la ciencia que habían sido menospreciados por los investigadores europeos, en su mayoría judíos, muy probablemente ateos y, quizás, comunistas. El otro propósito era el de demostrar, de una vez y para siempre, el origen criollo de todo lo que hay en este mesmo mundo.
Los primeros meses fueron dedicados a la identificación y clasificación de los objetos fundamentales del cosmos. El manuscrito preliminar que expone los resultados de tamaña indagación enumera los siguientes especimenes a los que se atribuyen propiedades mágicas y cosas por el estilo:

Perro callejero (canis mierdae)
Tatú carreta (charangum in potentia)
Cucaracha voladora (insebtus repudnantis)
Rata de alcantarilla (roedor suburbi)

Desde ya, se desprende que toda otra circunstancia no es sino una parte de alguna forma mixta de tales entidades. Algunas alusiones dispersas hacen pensar que esta lista es incompleta, pero las páginas se han perdido o deteriorado al punto de ser ilegibles. La nueva escuela de historiadores de la ciencia ensayó varias reconstrucciones alternativas de la lista completa que incluiría animales como la vinchuca picona y el mosquito molesto y aun de vegetales como la ruda, macho. Sin embargo, la Academia ha consensuado un desacuerdo absoluto acerca de tales reconstrucciones.
El ambicioso proyecto incluía varias etapas posteriores a la que hemos esbozado brevemente. Lamentablemente, dos meses después de comenzada la ciclópea tarea, un cambio de administración en la universidad, la falta de presupuesto y la desidia de los investigadores, junto con la llegada del verano que produjo una diáspora en los miembros del equipo, motivaron el abandono definitivo del trabajo.
Pese a la nula repercusión que esta teoría tuvo en la Argentina, el manuscrito fue exitosamente comercializado en sus múltiples ediciones chinas; se destacan la reimpresión de la primera edición, Apostillas a la primera edición y Estudio crítico sobre mitología criolla.
Una consecuencia inesperada e indirecta de la difusión masiva de las ediciones mencionadas ha sido la oleada de inmigrantes chinos a la República Argentina. Entre los motivos esgrimidos por los viajeros se cuentan el deseo de conocer de cerca la añosa cultura que dio origen al horóscopo criollo, tan distinta de la China espiritualmente decadente que se había desarrollado luego de la Revolución comunista y la imposibilidad de poner tiendas protegidas por dragones, animal más bien escaso, en contraste con la abundancia de ratas de alcantarilla y cucarachas voladoras de los comercios locales.

viernes, 1 de febrero de 2008

UN MAL DÍA*

Después de preparar el desayuno a los chicos, ordenar la casa y escuchar las noticias, la vecina de al lado sale a hacer las compras. En el mercado se horroriza al ver que los precios aumentaron considerablemente. Luego de tomar lo necesario y quejarse entre dientes, se dirige a la caja donde atiende un hombre de rasgos orientales. La vecina paga y dice:
-¡Qué barbaridad! ¡No puede ser que las cosas aumenten así!
-Me extraña que diga eso -responde el comerciante-. En el sistema en que vivimos, teniendo en cuenta las variables macroeconómicas y de acuerdo con la teoría de John Maynard Keynes, esto es algo absolutamente lógico.
La vecina de al lado, entre confundida y molesta, se va sin saludar y le comenta a un anciano que sale junto a ella:
-Estos coreanos siempre tienen una excusa para aumentar.
-Chinos en todo caso, a juzgar por los caracteres de la marquesina -corrige el anciano-. Si se fija bien, verá que los caracteres chinos y coreanos son francamente diferentes entre sí; pero supongo que su xenofobia no hará distingos entre los unos y los otros. Que tenga un buen día.
El hombre sigue su camino y la vecina, oscilando entre la extrañeza y la ofuscación, casi olvida que antes de volver debe ir al kiosco de revistas. Vuelve sobre sus pasos y cruza la avenida.
-Buenos días -saluda al llegar al kiosco, mientras mira por sobre su hombro a un sujeto que pasa a su lado. Luego, bajando el tono de voz, dice al vendedor:
-¡Hay que andar con cuidado, don Pérez! ¡Anda cada negro por este barrio! No vaya a ser cosa que le roben.
-Pero ¿qué insinúa, señora? -dice Pérez, indignado-. Adjudicar una conducta delictiva a una persona por su color de piel equivale a sostener una versión racista de la teoría de Lombroso, que hace años se comprobó que es falsa. Dicho sea de paso, usted tiene la tez trigueña.
-No, bueno -dice ella sonrojándose-. Yo decía negro de alma.
El vendedor le entrega la revista que ella aún no ha pedido, mientras acota:
-Es bastante osado eso de atribuirle un color a algo abstracto como el alma, a algo que ni siquiera sabemos si existe, aunque Platón ya se refiriera a ella hace unos dos mil quinientos años en su célebre diálogo “Fedón”. Supongo que lo suyo se tratará de una metáfora.
-Sí, claro -responde secamente la vecina a la vez que paga el importe exacto.
Se va muy rápidamente y se dirige a su edificio. Al entrar, encuentra en el hall a sus vecinas del noveno y del segundo piso. Luego de los saludos de rigor y de una breve espera, suben las tres al ascensor.
La primera parada es en el segundo piso. Baja la mujer que allí vive y las otras dos siguen subiendo.
-¡Esta mujer está cada día más gorda! -comenta la vecina de al lado, sonriente y buscando complicidad.
-“Lo esencial es invisible a los ojos” -retruca solemnemente la del noveno y agrega: -Ya lo decía Antoine de Saint-Exupéry.
-¿Antuán de qué?
-De Saint-Exupéry ¿No leíste, por casualidad, “El principito”?
-No -riéndose-. Lo último que leí fue “Platero y yo”. Y porque me obligaron a leerlo en la escuela.
-Además -sigue la del noveno, ignorando la acotación-, no te lo tomes a mal, pero vos no sos exactamente una top-model como para andar criticando a las demás. “¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no adviertes la viga que hay en el tuyo?”
En ese momento llegan al piso en el que vive la vecina de al lado, quien está visiblemente enojada. Baja y, cuando está por cerrar la puerta, pregunta con ira:
-¿Y eso quién lo dijo?
-San Mateo lo atribuye a un tal Jesús, que habría vivido durante las tres primeras décadas de nuestra era. Algunos creen que es el Mesías.
La vecina de al lado cierra la puerta con violencia y camina velozmente hacia su departamento mientras piensa que, evidentemente, todos sus vecinos tienen un mal día.
Una vez dentro y más relajada, se alegra al darse cuenta de que es temprano y que entonces tendrá tiempo para dedicarse a leer la revista “Caretas” hasta la hora del almuerzo. Además, por la tarde no tendrá necesidad de salir, así que podrá quedarse a ver sus dos programas favoritos: “Espías de la farándula” y “Amor desesperado”; al menos hasta que vuelvan los chicos del colegio y haya que prepararles la merienda.



Luis Colucci

* Seleccionado para la convocatoria de cuentos ROI, 2016. Publicado en el libro Relatos Inconexos, compilado por Andrea Denisa Gardey. Editorial Dunken, 2017

lunes, 21 de enero de 2008

SI LO PENSÁS MUCHO, SE MUEREN TODOS

Es universalmente conocida la tragedia del príncipe danés que, habiéndose determinado a vengar la muerte de su padre, en parte a instancias de éste, se demora secretamente elucubrando su si, su qué, su cómo y su cuándo. Tanto se demora y tan secretamente que acaba huérfano de padre, madre, tío, mujer y enemigos. Y lo que es peor, muerto.
Visto esto, el autor, más propenso a la autocrítica que a la composición, ha resuelto combatir su tendencia natural, ya que, como fácilmente se extrae del episodio referido: si lo pensás mucho, se mueren todos.